La historia es, más o menos, que no escribo aquí desde el 28 de septiembre. Mi defensa es que me veo incapacitada por las cantidades absurdas de trabajo que acarrea este curso. Absurdas, ridículas, peripatéticas. En serio. No he dejado de pasarlo mal hasta el puente, oh-so-lovely puente, en el que me permití el lujo de no hacer absolutamente nada.
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